Sus aguas son Reserva Marina del Mediterráneo por su excelente calidad y por la biodiversidad de su flora y fauna.
Sus costas albergaron en el pasado un refugio de piratas berberiscos. En el siglo XVIII, Carlos III ordenó fortificar y levantar en ella un pueblo en el que alojar a varias familias de pescadores de Génova que estaban cautivos en la ciudad tunecina de Tabarka. Las murallas que rodean su núcleo urbano han sido declaradas Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural.
«La visita típica suele ser de excursión de un día. Existen múltiples salidas, con mayor o menor regularidad en función de la temporada, desde el puerto de Alicante en un cómodo paseo marítimo de aproximadamente una hora de duración. También se puede acceder desde Santa Pola o Benidorm.
Una vez en la isla, los visitantes podrán disfrutar de calas y playas de aguas transparentes y de un pintoresco puerto marinero, con una excelente oferta de restauración, con la posibilidad de degustar el tradicional caldero, el plato típico de la isla. Se recomienda pasear por el núcleo urbano y visitar el museo de la isla. El visitante puede alojarse en la propia isla debido a la apertura de establecimientos de alojamiento en los últimos años.»
Se puede llegar a la isla facilmente con barco desde Santa Pola, Benidorm y Alicante. El trayecto desde Santa Pola es apenas de media hora y desde Alicante una hora.
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